Un tío con mala suerte
Los días 8 y 9 de enero de 2015 me citaron en la central de la empresa en Madrid, supongo que para informar a mis jefes, por enésima vez, sobre los mil y un problemas que teníamos en Senegal por falta de pasta. Aquello a nivel económico era un continuo calvario.
Y como siempre, como solución, me dieron un sabio consejo:
-Raúl, búscate la vida que no hay un euro-
-La cosa está mu mal-
Lo bueno de aquellas visitas a Madrid era que te enterabas de que lo nuestro, lo de las obras de Senegal, no era un caso especial, sino uno más de los muchos problemas que tenía la empresa, y además, no de los peores. Y ya sabe: "mal de muchos consuelo de tontos".
Y como siempre, como solución, me dieron un sabio consejo:
-Raúl, búscate la vida que no hay un euro-
-La cosa está mu mal-
Lo bueno de aquellas visitas a Madrid era que te enterabas de que lo nuestro, lo de las obras de Senegal, no era un caso especial, sino uno más de los muchos problemas que tenía la empresa, y además, no de los peores. Y ya sabe: "mal de muchos consuelo de tontos".
En una ocasión, oí a una agregada comercial (María) con mucha experiencia en diversos países de África decir una frase que me impactó y me quedó grabada. Venía a decir algo así:
"Si una empresa española viene sana a África es posible que se constipe o enferme, y si viene ya constipada o enferma, es muy probable que coja una pulmonía o muera"
Con esto quería dar a entender que no existía la empresa española que con problemas económicos hubiese encontrado su salvación acudiendo a África. Y nuestra empresa quiso salir de la crisis de España yendo al exterior pero con un trancazo monumental de partida.
Para echar el balón hacia adelante e intentar superar la crisis, Isolux eligió los países fáciles del globo: Armenia, Uzbequistán, Argentina, Mejico, Senegal, Kenia, Tanzania, Argelia, Brasil, Bolivia, Angola, Gambia, etc.; vamos que el salvarse la empresa hubiese sido un milagro.
El día 11 de enero volví a Dakar, mi trayecto de los lunes era un vuelo de Binter que hacía Tenerife-Gran Canaria-Dakar, llegando a destino a una hora cojonuda, la hora del almuerzo.
Nuestro amigo Paco, del que ya hablé en otra historia, dueño del restaurante El Toro de Dakar, cerraba los lunes por descanso. Sin embargo, si ese lunes venía de España, abría el comedor del restaurante sólo para recibirnos y comer juntos sin clientela.
Aquello se volvió una costumbre y le llegó a dar una motivación a aquellos lunes, en los que volvías con la bajona de tener que dejar a los tuyos para regresar a trabajar a África.
Nuestro amigo Paco, del que ya hablé en otra historia, dueño del restaurante El Toro de Dakar, cerraba los lunes por descanso. Sin embargo, si ese lunes venía de España, abría el comedor del restaurante sólo para recibirnos y comer juntos sin clientela.
Aquello se volvió una costumbre y le llegó a dar una motivación a aquellos lunes, en los que volvías con la bajona de tener que dejar a los tuyos para regresar a trabajar a África.
Para Paco, que se pasaba meses sin ir a España por su escasez del vil metal, el recibir la prensa española aquellos lunes era un bálsamo y una fuente de placer. Le llevábamos toda la prensa española que nos daban en los dos aviones que debíamos coger para llegar a nuestro destino.
Nuestro Paquito, desgranaba los periódicos con avidez, en especial el AS, que para él era como la Biblia; si lo decía el AS, era dogma de Fe. Además de la prensa, siempre veníamos bien surtidos de alguna vianda porcina, que en Senegal siendo musulmanes no entienden lo divino que es el cerdo.
En nuestro equipaje también solíamos incluir las deseadas botellitas de la poción mágica de Paco, el Jaggermeister, además de algunas botellas de vino, de Jony Walker y de Ginebra. Lo sorprendente de todo esto es que, casi nada de lo que llevábamos solía llegar al martes, salvo los periódicos que le duraban a Paco una, dos o tres semanas, hasta que recibiese de nuevo un cargamento.
Nuestro Paquito, desgranaba los periódicos con avidez, en especial el AS, que para él era como la Biblia; si lo decía el AS, era dogma de Fe. Además de la prensa, siempre veníamos bien surtidos de alguna vianda porcina, que en Senegal siendo musulmanes no entienden lo divino que es el cerdo.
En nuestro equipaje también solíamos incluir las deseadas botellitas de la poción mágica de Paco, el Jaggermeister, además de algunas botellas de vino, de Jony Walker y de Ginebra. Lo sorprendente de todo esto es que, casi nada de lo que llevábamos solía llegar al martes, salvo los periódicos que le duraban a Paco una, dos o tres semanas, hasta que recibiese de nuevo un cargamento.
Total, que los lunes que hacía ese viaje, Paco nos esperaba como agua de mayo. Yo, esos lunes y después de comer tenía que hacer un esfuerzo titánico para rechazar su continuo desafío al mus y tal decisión dependía en gran medida de las botellas de vino que hubiésemos traído y consumido, así las cosas, en el 90% de las veces caía en la tentación.
A eso de las 6 de la tarde me llamó por tercera vez mi secretaria, quería saber si iba a pasar por la oficina a firmar todos las cuestiones que había atrasadas después de tantos días sin aparecer, en las dos llamadas anteriores se le había olvidado comentarme que un tal Monsieur Boye llevaba esperándome en la Delegación desde por la mañana.
En la recepción de la delegación de Dakar, frente a donde se sentaba la secretaria teníamos unos sillones relativamente cómodos, cuando los senegaleses llegaban lo primero que hacían era probarlos (costumbre local), como efectivamente los sillones eran cómodos, los senegaleses podían permanecer allí horas sentados sin motivo alguno, se quedaban para charlar, reposar, conversar, esperar y hasta dormir.
Muy a mi pesar, me entró remordimiento el que hubiera alguien esperándome todo un día y volví a la oficina en torno a las 19:00 horas, y allí continuaba M. Boye, en nuestro comodísimo sofá, las 9 horas de espera no le habían causado ninguna molestia, la paciencia de los senegaleses es en verdad una virtud.
Nos trasladamos a mi despacho y me contó que estaba preocupado porque un empleado suyo que trabajaba para nosotros llevaba desaparecido en Gambia desde el día 28 de diciembre. Su empleado trabajaba para nosotros y Monsieur Boye no sabía nada de él desde ese día en que había ido a llevar a nuestro topógrafo al aeropuerto y no había regresado.
El chofer llamaba a su mujer casi todos los días y desde el 28 no daba señales de vida pero su patrón no se atrevía a ir a Gambia a buscarlo, por aquello del miedo que Yaya inspiraba a muchos senegaleses.
Me continuó explicando que sentía lo de la pick-up, lo de nuestros aparatos de topografía y ....
El chofer llamaba a su mujer casi todos los días y desde el 28 no daba señales de vida pero su patrón no se atrevía a ir a Gambia a buscarlo, por aquello del miedo que Yaya inspiraba a muchos senegaleses.
Me continuó explicando que sentía lo de la pick-up, lo de nuestros aparatos de topografía y ....
En ese momento le paré en seco, estaba flipando, la historia que me estaba contando era terrorífica. Le pregunté que por qué no me había llamado a España y me dijo que por no molestar.
Será capullo pensé, como no es a él al que han detenido. Los senegaleses son muy capaces de llamarte 30 veces en un día por un atraso de un día en el pago de una factura, aunque sea fin de semana. Ahora este me contaba que no me quería molestar, sería porque sólo se trataba de la vida de un tío. Todo allí tiene otra escala de valores.
Necesité que me contara de nuevo la historia para corroborar que no estaba entendiendo debido al idioma. Llamé inmediatamente a la obra para hacer averiguaciones, resulta que sí, que estaban al tanto de que faltaba un coche, un chofer y unos aparatos topográficos, pero no habían hecho nada esperando a que el chofer volviese y se explicase.
Me cagué en todo, me cabreé con alguno de los míos aunque sin razón pues era cierto que ellos tampoco podrían hacer gran cosa en un país como Gambia, el dictador acojonaba a todo el mundo, incluidos a los blanquitos.
Me despedí de M. Boye e hice otra llamada, en esta ocasión a mi amigo Carlos, del CNI.
Le conté la historia y también flipó:
-¿y dices que el tío lleva desaparecido desde el día 28?-
-¿14 días?-
-No se, pero pinta muy mal, voy a hacer mis averiguaciones y mañana te llamo-
le facilité la matrícula, los datos del vehículo, de los aparatos y el nombre del conductor.
Al día siguiente me llamó, había quedado con su homónimo gambiano; le había contado la historia telefónicamente y nos veriamos en El Toro para comer los tres. El gambiano de primeras le dijo a Carlos que si el tipo llevaba 14 días detenido, es posible que ya fuese tarde.
En Gambia corrían rumores de que los enemigos del régimen solían desaparecer para siempre; oí muchas veces aquello de que en los años de dictadura del Yaya el número de desaparecidos era de muchos miles.
Se decía incluso que el dictador tenía poderes sobrenaturales para hacer desaparecer a la gente. Yo estoy seguro de que lo segundo era cierto y lo de los poderes también, aunque supongo que sólo en su imaginación.
En Gambia corrían rumores de que los enemigos del régimen solían desaparecer para siempre; oí muchas veces aquello de que en los años de dictadura del Yaya el número de desaparecidos era de muchos miles.
Se decía incluso que el dictador tenía poderes sobrenaturales para hacer desaparecer a la gente. Yo estoy seguro de que lo segundo era cierto y lo de los poderes también, aunque supongo que sólo en su imaginación.
El espía gambiano era un tipo majete, estaba destinado en Senegal y no hablaba una palabra de francés, ¿a quién coño iba a espiar entonces?, le encantaba la paella y era fan del Real Madrid. Estas dos últimas virtudes son ya de por sí suficientes para que entre en mi catálogo de buena gente.
Cuando nos vimos en el restaurante, el gambiano ya traía noticias,
-tranquilos, la pick-up y los aparatos están en perfecto estado,-
-¿y el chofer?-, le pregunté
-está vivo, y en unos días creemos que también estará bien-
Bueno, eso ya era algo, me imagino que el chofer habría sido interrogado y habría confesado que mató a Manolete, pero lo importante es que aún estaba vivo.
Después de comer facilitamos a nuestro amigo toda la documentación y se comprometió a hacerse cargo; como muestra de agradecimiento le prometimos unas entraditas para un partido del Real Madrid, aunque en aquel entonces la empresa ya había renunciado al palco del Bernabéu.
Es increíble lo que nuestros dos grandes equipos de fútbol (Real Madrid y Barcelona) son capaces de hacer por los españoles en el mundo, es un tarjeta de visita, un tema de conversación y un motivo del que puedes andar orgulloso, al menos por África; los africanos lo consideran así y no voy a ser yo el que ponga en duda tal percepción.
Es por eso, que siempre pienso: mira que son gilipollas los independentistas y nacionalistas (nacionatontos que los llamo yo) que quieren monopolizar al Barcelona para que solo les represente a ellos, y más gilipollas aún los dirigentes del Barcelona por permitirlo y politizar un bien nacional a nivel mundial.
Una semana después, nuestro amigo, tras una nueva paella, nos comunicó que todo estaba arreglado, que podíamos ir a buscar el coche, los aparatos y al conductor; que como muestra de la excelsa benevolencia de nuestro amado líder "el Yaya". Todo quedaría como un mal entendido del que era mejor no hablar mucho.
Días después de la liberación, pregunté por el chofer y me dijeron que todavía tardaría unos meses en recuperarse completamente pero que estaba contento, que se sentía un hombre afortunado por haber salido con vida de ese trance.
Para mí, diría que nuestro chofer y peón de topografía era un tío con mala suerte, por todo lo que le había pasado. Sin embargo no me atrevería a decir que él mismo compartiría esa opinión, mi propio chofer me rebatió:
-¿cómo va a tener mala suerte un tipo que tiene un buen trabajo, una familia, que ha podido morir y se ha salvado milagrosamente? ¡(Alhamdulillah)¡-
-¡hombre, pues visto así, quizás tengas razón Papis!, contesté
En África aprendí, y supongo que es para no cuestionarse demasiado la existencia, que en la mentalidad de los africanos musulmanes cuando vienen mal dadas es porque Alá así lo quiere y cuando vienen de cara es también por lo mismo. Siempre dan gracias a Dios (Alhamdulillah), que es la palabra más repetida por los musulmanes.
A todos los amigos del restaurante El Toro de Dakar.
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