viernes, 17 de febrero de 2012

Mi primer triatlón


Estimado amigos,

Es domingo por la mañana en este paraíso llamado La Graciosa, como no puedo moverme de la  cama pues estoy reventado y me duelen hasta las pestañas, voy a dedicar un rato a contar a mis colegas de runner mi primera experiencia con el Triatlón.

En primer lugar, si alguno esta pensando en probar con el triatlón debe observar con antelación y precavidamente como se denomina la prueba, si pone Triatlón a secas es correcto, pero si pone Triatlón TRAIL ya no es tan correcto; es como decir maratón o maratón de montaña.

Ya sabeis que lo mío es correr, ya he corrido algún maratón, pero para esta prueba, los últimos dos meses he ido a nadar algún día a la piscina y he hecho algo de bici estática en el gimnasio. Lo que se dice: una buena preparación.


Bueno, voy al grano, os cuento la aventura pues ya sé que en un futuro no muy lejano podré contar con alguno de los que lea esto para acompañarme y repetir.

El desarrollo temporal de la prueba transcurre de la siguiente manera:

Diez y media de la mañana del sábado, me veo colocando la bicicleta prestada por mi compañero Francisco Santiago (Fran) en lo que llaman boxes, hay que colocar los tenis, el casco, gorra y gafas. Algunos colocan hasta la virgen, yo intento disimular como si supiera de que va la historia pero en realidad imito lo que hacen los de al lado.

Once de la mañana, nos suben al barco denominado "Graciosero 1", nos llevan al punto de salida que , es curioso, pero, está en el mar. Lo primero que observo en el barco es que, el único tío que viste tan solo bañador marca paquete es Fran, hasta yo llevo un maillot de ciclista.
¡Fran es el tío que me ha embarcado en esto y que yo pensaba que controlaba! Lo segundo que llama la atención es que, salvo un tío gordo, aquí los otros 90, están todos cuadrados. ¡Espera!, vemos otro pollo solo en bañador y nos vamos a proa junto a el. Ordenan saltar al agua, ¿adivinan los tres últimos en saltar del barco?

Once y media de la mañana, nos hemos tirado al agua en mitad de lo que llaman El Rio, canal entre Lanzarote y La Graciosa, el agua está helada(16°) y esperamos el bocinazo de salida. Dan la salida y empezamos a nadar, del frio te duelen los oídos y el cuerpo no entra en calor, hay unas olas y corriente de cojones, pero vamos a toda leche, me he dado caña nadando y no voy del todo mal.

Son 750 metros en el mar, hay que ir a tope, en piscina tardaría menos de 14 minutos pero acabo saliendo del agua en 22 minutos y completamente mareado. Voy hacia la bicicleta caminando pues no me encuentro bien, un tipo de la organización me pregunta si estoy bien y estoy tentado de decirle que no. Me siento a ponerme los tenis o mejor dicho a descansar. Llega Fran, pensé que ya habría hace, me voy recuperando.

Doce menos tres minutos, salimos con la bici, ahora hay que recorrer 25 km. Pedaleamos rápido para entrar en calor, Fran saca plátanos de no se que parte del pantalón de ciclista que se ha puesto, comemos sobre la bici. Yo ya me he recuperado, voy a beber de mi bidón de acuarius y veo que ha desaparecido, hay que compartir el de Fran. El primer tramo de bici es una subida hasta Pedro Barba, dura, pues además Fran aprieta y yo a rueda, jugando con los cambios para cogele el truco a la bici.

En Pedro Barba, descubro con horror que llevamos solo 5km y más de 20 minutos. El siguiente tramo es una maravilla de la naturaleza, sendero paradisiaco pegado al mar, con brisa y buen suelo, menos de15 minutos y ya llevamos 10 km. El tercer tramo vuelve a ser jodido, pero bellísimo, dunas continuas de arena donde la bici se atasca y hay que echarle cojones, de nuevo mas de 20 minutos.

El cuarto tramo es duro porque empiezan a fallar las piernas y se nos hace el mas largo, Fran vuelve a sacar plátanos y sigo sin saber de donde.

Quinto y último tramo, ya no tenemos agua y el sol aprieta, nos animamos detrás de un tío de amarillo que alcanzamos en la subida, pero el cabrito se nos escapa en la bajada a meta.
¡Llegamos!, a tomar por culo la puta bici que me duele hasta el ojete.

Una y media de la tarde, espero a Fran que se tiene que cambiar los tenis, y a correr,  que esto es lo mío. De repente Fran sale como un tiro, ¿a donde va este tío?,  ya veremos. Salimos del pueblo y nos damos cuenta de que esto no va a ser el paseo que pensamos, la carrera transcurre sobre dunas de arena y no hay quien avance, es correr en la playa. 
En el km 3 Fran se me viene abajo, le da el tirón del agotamiento, hay que animarlo para que no pare, -¡vamos!-
-¡vamos, hostias!-

Ultimos metros,  sprintamos y entramos de la mano.
Objetivo conseguido.

Dos horas y catorce minutos con el corazón a mas de 170 pulsaciones, esto es para machos o para locos, aunque nos hayan ganado un par de tías. Estoy jodido pero contento, voy a ver si engaño a mis colegas de running y les embarco en esto, que sé que son fáciles y más si les digo:

-¿A que no hay güevos?

A mi amigo Fran, un obsesivo compulsivo del deporte.



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