viernes, 30 de agosto de 2013

Las inocentadas en Guinea

Llevaba un tiempo perezoso en esto de escribir, pero ante la petición de los amigos uno debe esforzarse.

Me ha recordado el m@r&conetti de Juan Carlos una de las historias que le conté en mi primer viaje de trabajo a África y que le dejó bastante impactado. Ya la había casi olvidado, pero merece la pena recordar para escribirla, pues aquella historia tenía su encanto.

Resulta que me inscribí en un viaje a Guinea Ecuatorial organizado por la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife. Los viajes comerciales para empresarios que organiza la cámara son viajes bastante cómodos, se ocupan con esmero de los participantes: vuelos, visados, transportes, hoteles, te organizan reuniones con políticos  o empresarios de interés, etc. En fin, buena gente (los de la Cámara no los políticos) según mi experiencia.

Cuando llegas al país, el personal de la Oficina comercial te acompaña en casi todo momento; en general, esta tarea de acompañamiento recae sobre los trabajadores más jóvenes de la Oficina, esencialmente los becarios, que son los que trabajan un año en el país en busca de una plaza definitiva.

A propósito de los becarios, tengo forzosamente que romper una lanza por ellos y recordar aquí aquella ocasión en la que el Presidente de mi empresa preguntó confidencialmente al Consejero Delegado si le podría explicar que le estaba pasando pues, al hacer el amor con su mujer, había llegado a un punto en que no sabía si lo que experimentaba era placer o continuaba siendo trabajo.

El Consejero Delegado, sorprendido, acudió rápidamente a nuestro Director General con tan confidencial cuestión; éste, a su vez, sin capacidad de respuesta como es habitual en estos mandos, nos trasladó la cuestión a los Delegados, nosotros hicimos lo mismo con los Jefes de Grupo, éstos a los Jefes de Obra, aquellos a los Jefes de Producción y, por último, se planteó la cuestión a los Becarios, los últimos en la cadena  de mando y, en concreto, recuerdo a uno que llevaba incorporado en una de nuestras obras de La Gomera casi dos meses de prácticas, enfrascado en las tareas que a nadie le apetece hacer.

La pronta y audaz respuesta de nuestro Becario disipó cualquier duda y se trasladó la misma hacia el Presidente pasando claro está por toda la cadena de mando, apuntándose el mérito cada uno de ellos, pero, eso sí,  siempre en la más absoluta discreción.

Respuesta del becario: "Es evidente que el Presidente cuando hace el amor con su señora siente placer, porque si fuera trabajo lo estaría haciendo yo u otro becario"

¡Qué crack el becario!, ¡Qué capacidad de análisis!, !Qué portento!

¡Éste, cuando acabe la beca que vuelva, que tiene futuro!

Estos becarios, los que nos acompañaban en aquel viaje, suelen estar un año en el país como parte de su formación, dependen de la Oficina Comercial y están relacionados con la Embajada o el Consulado.

Como pasas casi una semana con ellos, acabas intimando y te cuentan parte de su vida.

Pues bien, para mí lo mas sorprendente e increíble de este viaje fue cuando me contaron las inocentadas que los veteranos hacían a los nuevos becarios que cada año aparecían en el país.

Estás inocentadas me parecieron dignas de guionista de cine, más tarde conocí al personaje que las ideaba y le felicité por ello, aunque no faltaron  ganas de darle un par de collejas por sádico.

Recuerdo dos novatadas en concreto de las cuales os voy a narrar una, dejando la otra a petición popular por si la historia gusta:

Inocentada 1

Esta historia me la contó de primera mano el afectado, un chaval de 24 años que cuando aterrizó en ese país tenía uno menos y una cara de imberbe que todavía tardará unos años en maquillar. Ya había superado el trance pero, según me dijo, tardaría unos años en parecerle gracioso el recibimiento, ya en frío se lo tomaba con mucha deportividad.

La historia:

Recién aterrizado en el aeropuerto de Malabo, le recogieron en un coche oficial y le llevaron directamente a una cena en la residencia del Embajador, seguramente el sitio se convino aprovechando la ausencia de este.

A tal cena, sin darle tiempo al becario ni a sacar sus maletas del coche, asistían el supuesto responsable segundo de la embajada, casualmente el Embajador estaba de viaje y no podía asistir, un empresario guineano y el propio becario.

Durante la cena y en una visita del guineano al aseo, el cabronazo del gancho le cuenta al becario que hay que hacerse con los documentos que porta el empresario en su maletín y fotografiarlos sin que se entere. Son de vital importancia para España y es una misión que hay que realizar sin demora.

Me gustaría haber visto la cara del becario, debía ser un poema. Para tan importante y vital misión, el responsable de la embajada tenía una magnífica estrategia, añadir a la bebida del moreno un somnífero y mientras este dormía efectuar la operación.

El becario recibió el bote del líquido somnífero, debiendo el mismo aprovechar el mínimo despiste en la sobremesa  para verter el líquido en la copa del guineano. Como buen becario y a pesar de lo surrealista de la situación no se cuestionó el plan y tiró para adelante.

-Becario, ¿te importaría prepararnos unas copichuelas estilo español?-
-Aquí el servicio no acaba de cogerle el tranquillo a los Gin-tonic-

El becario, con más miedo que vergüenza, se levantó como un resorte y presto a su primera misión internacional dispuso: 4 piedras de hielo, Ginebra, tónica, limón y "bote de somnífero que te crió" ,todo ello ligeramente mezclado, pero no agitado.

Mientras, el responsable de la embajada, que a  estas alturas ya os puedo contar que no era otro que el perturbado del guionista, despedía al servicio por aquella noche.

Brindis, sobremesa,  pequeña charla y bingo, el guineano cae "roque" casi de inmediato.

Apresuradamente, el responsable toma el maletín y en pocos minutos están fotografiando documentación de vital importancia para la nación.

-Oye, becario, ¿el tío cayó Roque eh?-
-¿cuantas gotas le echaste, 3 o 4? -

El becario se puso pálido de inmediato, 

-¿Cómo?, ¿pero no había que echar el bote entero?-
-¿Qué has echado qué?-
-¡Dios mío!, ¿qué he hecho?-
-¡Hostias tío!, seguro que lo has matado.
-¡Madre mía!, Joder, joder, joder ¿qué hacemos ahora?-
-No se tío, pero menudo marrón que te puedes comer. Matar a un guineano siendo extranjero en este país es la perpetua sin juicio-
-¡Dios mío!, yo no quería, fue un accidente. Yo no quiero ir a la cárcel, yo quiero volver a España, yo me quiero ir-
-Calma hombre, vamos a actuar con inteligencia. Si perdemos los nervios acabamos en la cárcel los dos; tú, por asesinato y yo, por cómplice, aunque con mi pasaporte diplomático, quizás a mí me manden para España-

Imagínense el rato que pasó el chaval, me contaba que el corazón se le salía por la boca, que quería llamar a sus padres para que le vinieran a buscar, que lloraba, que pensaba en su novia; en como sería una cárcel guineana, en si le iba a doler cuando le violaran, etc., pero para su desgracia la cosa no había acabado aún.

-Becario, tengo una buena idea, vamos a enterrar al muerto en el jardín. Cavamos un hoyo, lo metemos  allí y nadie se enterará-

El becario me contó que como ya todo le parecía una pesadilla, hasta eso le pareció razonable. Eso si, él pensaba coger el primer vuelo que saliese para España y poner pies en polvorosa.

-Mira becario, he encontrado una pala en el jardín, así que vamos, empieza a cavar-
-¿Y tu?-
-Yo voy a acabar de fotografiar el informe y a tomarme otra copa que la necesito-
-Será hijo de ...-

Cuarenta minutos después el becario había cavado un agujero en pleno jardín de la casa del Embajador para enterrar al empresario. Después fue a buscar al responsable de la Embajada, que estaba tranquilamente degustando una copa para sobrellevar el trance.

-Vamos al lío, hay que sacar fuera el cuerpo y enterrarlo-
- Tú, becario, por los pies y yo por las manos-

El becario me contó que lloraba a moco tendido, que no podía parar pero que no sabe cómo aguantó y agarró hasta el cadáver hasta el hoyo.

Nada más dejar el cuerpo en tierra y dispuesto a echar la primera palada, el muerto abrió los ojos y empezó a descojonarse, al igual que el cabronazo del agregado.

-¡HIJOS DE PUTA!, hijos de puta, y hasta mil veces hijos de puta- no paraba de repetir el becario, sin poder parar de llorar, hasta un buen rato después en que consiguió empezar a reír.

Buena imaginación la del perturbado que idea las novatadas, debería dedicarse al cine o a la literatura  , e increíble el aguante el del becario, que después de esa jamás se la van a meter tan fácilmente.

En definitiva, mi más sincera admiración a todos los becarios, que yo un día también lo fui y que es un buen paso en busca de un primer trabajo.

A los que fuimos y a los que serán becarios.

Dos futuros becarios..

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