miércoles, 4 de enero de 2017

La Boliviana (capítulo 2)

En realidad esta historia debería titularse "La Senegalesa" pero como guarda cierta similitud con una historia que escribí sobre una chica boliviana " La Boliviana" juzgad vosotros mismos si el titulo es acertado o no. 

Esta boliviana de ahora que como digo no es boliviana sino senegalesa se llamaba y espero que se siga llamando Ana.

Es curioso, en Senegal puedes saber qué religión, musulmana o cristiana, profesa la gente en función de su nombre. Si se llaman: Moustafa, Abdul, Mohamed, Amadou, etc  y ellas: Fatou, Isatou, Mariamma, Aisa, etc, son sin duda Musulmanes y de padres musulmanes.

Por otro lado están los cristianos, que tienen nombres como Jesús, Juan, Pedro, Pablo, pero en su versión francesa; y ellas: Ana, María, Cristina, Beatriz, etc, también en su versión francesa.
Al final te das cuenta que el continente negro, que no tenía nada que ver con la religión ha sido conquistado por una o por otra, ¡hostias¡, al igual que el resto del mundo.

Dejándonos de filosofía o religión que no lleva a ningún sitio, resulta que Ana era la asistenta senegalesa o "femme de ménage" (que dirían los franceses) que teníamos en nuestra casa de Dakar. 
En nuestro apartamento vivieron varias personas; los fijos éramos Mario y yo, aunque durante un tiempo vivió German, luego Manuel y en ocasiones invitados varios.


Ana tenía experiencia pues se había formado con Sor Justina, toda una institución en Dakar, digamos el equivalente a la madre Teresa de Calcuta de Dakar y luego había pasado a trabajar para un matrimonio de expatriados españoles en Senegal.

Nuestra casa era su segundo destino como asistenta, lo atípico de esta nueva casa era que se trataba practicamente de un piso de solteros, con las facilidades y dificultades que eso conlleva.

Al principio Ana vino con la intención de hacer también de cocinera pero con el tiempo quedó descartado el asunto, no por su falta de acierto culinario sino porque la mayoría de los días ni comíamos ni cenábamos en casa, que para eso están los restaurantes, y máxime cuando no tienes a nadie que te espere en casa.

En cambio sí que había una cosa que para mi era vital en las labores de Ana, me daba igual como limpiara, planchara o cocinara pero que me preparara el desayuno, esto no lo perdono en ningún lugar del mundo; en mi opinión el desayuno es sin duda la comida más importante del día. 

Generalmente practico deporte todas las mañanas, poco antes de empezar a clarear salgo a correr, al gimnasio, con la bici o con lo que sea que me haga sudar, y os aseguro que una hora después cuando acabas sientes una sensación indescriptible de bienestar.

Y después del ejercicio no puede haber otra cosa mejor que una ducha y un mega desayuno, yo llevo desde el año 2001 desayunando prácticamente lo mismo todos los días y no me canso, a saber:

-medio litro de zumo natural de papaya con naranja
-dos huevos fritos
-embutido varios
-tostadas con mantequilla y miel (o mermelada)
-croissant (si lo hay).
-dos o tres cafes.

Con este frugal desayuno ya estoy listo para afrontar cualquier cosa que suceda a lo largo del día, bueno se me había olvidado que inmediatamente después de este desayuno suelo enviar un fax extremadamente urgente y que también supone un placer sin parangón.

Ana era una muchacha negra como un tizón y creo que lista, de unos veintitantos o treintaitantos años, no lo sé, a nosotros nos pasa con los negros como a ellos con nosotros, no tenemos ni idea de la edad que pueden tener.

Ana tenía una hija de unos cuatro años que los sábados rondaba por la casa pues era el día en el cual supongo no había guardería o colegio.

Lo primero y posiblemente único que enseñé a Ana es a preparar el desayuno " le petit déjeneur," pequeña comida llaman los franceses al desayuno, me descojono, si ven el mío le cambian el nombre.  No creáis que no tiene su arte, limpiar una papaya, exprimir naranjas, añadirle azúcar, a la batidora.
Hacer el café, calentar leche, tostadas y freír huevos. Esto sinceramente no lo hace cualquiera.

Recuerdo que al principio a mis compañeros de piso les costaba ingerir tal cantidad de desayuno pero con el tiempo el hombre se acostumbra a  lo bueno y fueron cayendo uno tras otro sobre mi terreno y buenas costumbres, bueno, como era de esperar Germán fue el  que menos resistencia opuso al pantagruélico desayuno aunque  la parte previa del deporte se la saltó todos los días sin excepción.

He de hacer un alto y romper aquí una lanza a favor de los huevos fritos senegaleses, que sin duda son los mejores que he probado en mi vida, normalmente cuando estoy fuera de casa, sin mi familia suelo siempre desayunar huevos fritos, no se la razón pero en casa no lo hago con tal asiduidad.

Mi dosis diaria de huevos fritos cuando estoy fuera  suele oscilar entre dos o cuatro huevos, unos sesenta al mes si no cuento las comidas o cenas donde pueden caer más huevos en forma de tortilla, arroz a la cubana o huevos rellenos.

Creo que los europeos dicen que no se deben comer más de dos o tres huevos a la semana por lo del colesterol, sin embargo yo si no he ingerido un minimo de catorce a la semana no he comido ninguno, y el colesterol a raya, supongo que algo tendrá que ver el deporte.

Como decía he probado los huevos fritos en muchas partes del mundo pero los de Senegal saben riquísimos y creo que es porque aún tienen las gallinas en libertad y comiendo de toda la porquería que encuentran. Desde luego no tienen nada que ver con los de España, ni con los de otros países, tampoco en Gambia saben ni parecidos.

Creo que esta costumbre de los huevos fritos debe ser genética, recuerdo que mi padre me contaba que cuando empezó a trabajar de aprendiz de pastelero, él y mi tío Juan estaban más caninos que Carpanta y cuando salían del trabajo comían todos los días en el mismo bar.

Como debían tener un sueldo miserable, pues estaban aprendiendo, le echaron huevos y pactaron con el dueño del bar más cercano el menú más barato posible, "huevos fritos con patatas fritas". Según me contó mi padre, se pasaron comiendo el mismo plato dos años seguidos, durante seis días a la semana, excepto el día que libraban.

Otra cosa curiosa en Senegal es el cordero, junto con el pollo y el arroz es la comida más celebre en Senegal, de hecho hay un día festivo, yo diría  que el más importante del año para ellos " La Tabasquí " donde todo cristo come cordero. 

La Tabaski o Aid al Adha o Celebración del Sacrificio es una fiesta que conmemora el pasaje recogido tanto en la Biblia como en el Corán y que simula la voluntad de Abraham de sacrificar a su propio hijo como un acto de obediencia a Dios, menos mal que justo a tiempo llegó Dios y cambió al niño por un cordero.

Los cristianos ya no lo celebran pero los musulmanes aprovechan el día para celebrar un gran banquete de cordero con amigos y familiares.

Esa semana ves corderos por todos los sitios, rebaños por todas partes. Todo el mundo quiere comprar un cordero, es una locura, y cuanto más grande sea el cordero mejor. Se ven corderos que parecen caballos.

Yo he comido cordero en varias Tabasquis y os aseguro que es bastante decepcionante, los corderos al ser tan grandes suelen tener una carne muy dura y fuerte sabor. Además cuando me enteré de lo que hace la mayoría de los vendedores de corderos para alimentarlos se me cayeron los palos del sombrajo y decidí no comer más cordero en ese país.

Hay extendida una teoría entre los senegaleses que dice que lo mejor para el cordero es que el animal coma cartón o papel, no se si por la celulosa o porque piensan que es un derivado de los arboles pero lo cierto es que el cartón lo reciclan de una manera diferente a Europa, y esto es transformándolo directamente en comida para los corderos, según el chofer senegalés que teníamos, ya hablé de Papis, me aseguraba que los corderos podían comer exclusivamente cartón y se hacían enormes. Así es como me di cuenta de donde procedía la extraña textura y sabor del cordero senegalés.

Volviendo a los desayunos, deciros que Ana se hizo una experta en preparar el desayuno; sus otras misiones eran limpiar la casa y la ropa, venía seis días a la semana y unas cinco o seis horas al día, aunque a ciencia cierta no lo creo porque nosotros desapareciamos a las nueve menos algo y  volvíamos por la noche. El salario de una mujer de este tipo en Senegal son unos 100 €/mes, nosotros como somos blancos y confiados le pagábamos 150€/mes, vamos que la chica había encontrado un chollo.

Ana, fisicamente agraciada lo que se dice agraciada no era, flaca como un palo pero todo fibra, unos brazos y hombros fuertes, curtidos de trabajar, siempre con la típica peluca que usan todas las senegalesas y vestida habitualmente de manera tradicional.

Había una cosa super curiosa que pasaba con Ana, todas las mañanas yo salía a correr entorno a las seis y media y llegaba a casa a las siete y media, que era la hora en la que ella entraba a trabajar, pues bien, prácticamente todos los días me la encontraba desnuda en la cocina. 

Tenía la costumbre de cambiarse para trabajar en casa con una especie de uniforme que no se de donde habría sacado, tenía a su disposición dos baños libres pero a la buena mujer le gustaba despelotarse en mitad de la cocina.

Yo llegaba todavía jadeando y prácticamente todos los días ahí estaba Ana, en pelota picada o a medio vestir, yo entraba en casa pero ella continuaba vistiéndose o desvistiéndose como si nada.

Las primeras veces flipaba pues la tía ni se tapaba, me saludaba "bonjour Monsieur Raul" y como si nada, a su rollo. Incluso le pedí perdón por la situación las dos primeras veces, luego me di cuenta que el que yo entrara y la vieses le importaba tres cojones, que lo hacía como una cosa normal y no le daba importancia. Con el tiempo hablaba con ella o bebía algo de la nevera y ahí seguía Ana tan pancha medio en pelotas respondiendo a mis preguntas o diciendo cualquier cosa, a mi también me llegó a parecer normal. Cuando se lo contaba a mis compañeros de piso menos madrugadores se descojonaban hasta que lo pudieron constatar por si mismos.

En cambio, Inmaculada, compañera y amiga española que trabajaba con nosotros en Dakar y que está casada con un senegalés, me decía muy finamente como es ella, que "¡los cojones¡", que las senegaleses son más largas que un día sin pan, y que si estaba en pelotas y no se tapaba es porque algo quería.

En fin, volviendo a la historia que siempre me voy por las ramas, no recurerdo la razón exacta pero pasé tres semanas fuera de la casa de Dakar, debí estar una semana por la obra, otra en Canarias y otra de vacaciones, el caso es que volví a Dakar después de tres semanas de viaje.

Como siempre, llegué a Dakar y ese mismo día no pasé por casa hasta la noche, a la mañana siguiente como habitualmente hacia marché a correr y volví a las 7:30; vi a Ana en pelotas y la saludé, me chocó algo en ella pero al principio no me dí cuenta y me fui a duchar.

A las 8:00 estaba duchado y desayunando, me senté y ya estaban a la mesa Mario y Manuel.
Cuando vi aparecer a Ana por segunda vez lo constaté de nuevo, esta chica había engordado un poco, tenía tripita cervecera, recuerdo que se lo comenté a estos dos.

-¿habéis visto que Ana está mas gorda?-

La respuesta de los dos al unísono.

-No-

-pues yo os aseguro que esta más gorda-

-claro como tú siempre la ves en pelotas lo habrás notado-

respondió el gracioso de Manuel

-es que algunos madrugamos Manuel- puya de respuesta

-¿no la habréis preñado?

añadí yo siguiendo la puya, entre los tíos el tirarse puñales en la mesa es síntoma de amistad y confraternización.

Hubo más risas, y dialogo masculino de besugos al respecto que es mejor no reproducir pero muy excuetamente: que si esta engordando porque se está comiendo nuestra comida, que nos la han preñado, que si quien es el padre, que si de qué color va a salir el hijo, que cómo le vamos a llamar, que si tres solteros y un biberón, etc

Ana mientras tanto seguía completando la mesa del desayuno y cuando trajo el zumo directamente le pregunté:

-Ana, ¿has engordado?-

-No-(respuesta seca)

Cuando trajo el café le volví a preguntar

-Ana, ¿estás preñada?

Esta vez no hubo respuesta, pero cuando vino con los huevos fritos, me los dejó en la mesa, cogió una silla y se sentó a mi lado.

-Lo siento Monsieur Raúl, estoy embarazada-,

casi se me sale el zumo de la boca y a mis dos compis se  les quedó cara de panolis.

-¡Menudo par de capullos¡- lo primero que dije

-Llego yo y tardo un minuto en darme cuenta y vosotros todos los días aquí con ella y ni os habíais fijado, vaya par de dos-

Ana sentada  como si nada mirándonos pues no cogía una palabra de español, prosiguió con su charla:

-Estaré trabajando hasta que vaya a dar a luz, ya he buscado una sustituta para cuando no pueda venir a trabajar, se trata de  mi prima, es muy buena chica, de máxima confianza, lo único, es que he pactado con ella un salario de 100 € que es lo que ustedes le deben dar,  el resto, los 50€ me lo van guardando para cuando yo vuelva.-

Estábamos flipando, la tía estaba preñada y no nos había dicho nada, y ahora iba a hacer negocio subcontratando a una prima suya, ¡todo muy senegalés¡ 
Después de pensarlo unos 2 segundos le dije:

-ok, ya veremos-

Además, se me estaban enfriando los huevos fritos. En ocasiones el "ya veremos o déjame pensarlo" es es la mejor respuesta que uno debe dar cuando le ponen en un aprieto y con la respuesta puedes cagarla.

Ahí acabó la conversación con Ana y como os podéis imaginar nuestro cachondeo duró el resto del día y la semana.

Al día siguiente, como casi todos los días salí a correr, al volver Ana no había venido llegado, me extraño, me duché y fui  a la mesa pero Ana seguía sin aparecer, preparamos el desayuno y nos fuimos. No tenía ni el móvil de Ana así que no pude contactar con ella, supuse que estaría mala o algo así.

Por la tarde, el marido de Ana, que hasta ese momento no sabíamos que tenía un marido, llamó a Inma, nuestra compañera de la Delegación, además ahora recuerdo que la chica había aparecido a través de una amiga de Inma.

El marido le contó a Inma ¡que Ana estaba en el hospital y que había parido una niña!

Cuando Inma nos relató la conversación los tres alucinamos, primero alguien dijo: ¡imposible¡, otro comentó que seguro que era mentira y el que quedaba que estaban de coña.

Inma continuó:

-me ha contado que se le ha adelantado el parto, que estaba de siete meses, que se sintió indispuesta, se fue para el hospital y parió una niña en un periquete-

¡La hostia!, pues iba a ser verdad.

Ahora Inma nos preguntaba a nosotros:

-¿pero no os habíais dado cuenta de que estaba embarazada?

-¡Yo sí¡,  respondí, ayer mismo me percaté-

La verdad soné un poco cómico, ayer me di cuenta de que estaba preñada y hoy parió, Inma debió pensar que éramos unos ignorantes, insensibles, inmaduros, inmorales y demás in..., y eso que todos tenemos hijos.

Lo que ocurre es que en España un embarazo es algo publicitado, especial y único; en cambio en Africa, para estas mujeres que suele tener como objetivo vital el casarse y parir un mínimo de cinco o seis churumbeles es algo natural y se pasan la vida pariendo como si nada.

Así que la hija de Ana nació, estuvo unos días en la incubadora y al mes se la llevó para casa.

Ana apareció en nuestra casa tres meses después, mientras nosotros continuamos todo ese tiempo con la prima y sisándole 50€ para Ana todos los meses.

Ahora me falta la última parte de esta historia que no sabía si contar  pero es que hay veces que las cosas no acaban bien, como la vida misma, sin embargo la verdad aunque dolorosa es la verdad.

Otros tres o cuatro meses después Ana volvió a faltar un par de días, esta vez sí tenía el teléfono y la llamé para saber que había pasado, resulta que tenía al bebe constipado y se fue a la farmacia a por algún tipo de medicamento; en Africa las farmacias son como antes en España, te venden todo lo que pidas y no hace falta receta de ningún tipo.

En la farmacia le dieron algo que hizo reacción a la niña y en cuestión de horas murió. 
Esto que para nosotros es una tragedia Ana lo aceptó como la voluntad de Dios, ¡esto es muy africano!, cuando la muerte viene es voluntad de Dios, ya sea musulman o cristiano, y no hay que darle muchas más vueltas ni hacer un drama de la muerte.

Tres días después Ana apareció por casa, algo triste pero recuperada, y la vida continuó....

A Ana, la flaca que hacía los mejores huevos fritos del mundo...









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