La invasión
Llevábamos ya más de dos años trabajando en Senegal cuando tuvimos un nuevo golpe de suerte, habíamos licitado una gran obra en el país vecino, Gambia, y sonó la flauta, nos adjudicaron la infraestructura más singular y complicada de África Occidental, un gran puente de 1km de largo sobre el río Gambia.
Gambia es un pequeño país que se desarrolla a lo largo del río del mismo nombre, unos 275km de largo y no más de 50km de ancho, rodeada en su totalidad por Senegal salvo en la desembocadura del río al Océano Atlántico.
Para trabajar en África es necesario un pequeño periodo de adaptación que varía de dos a doscientos años, nuestro master MBA de casi tres años fue en Senegal donde nos habían recibido, como a todos los blanquitos, con los brazos abiertos, para posteriormente robarnos, engañarnos, timarnos, extorsionarnos, amenazarnos y vilipendiarmos, eso sí, casi siempre con una gran sonrisa, que para eso es el país de la Teranga.
Quitando esas pequeñas cosillas un tanto molestas, habíamos logrado salir adelante en nuestros tres proyectos, casi todos habíamos aprendido francés aunque a costa de enterrar el poco inglés que manejábamos y ya entendíamos más o menos la idiosincrasia del país.
Como siempre nos persigue la ley de Murphy, resulta que ahora nos tocaba trabajar en otro país a escasos kilómetros pero con el inglés como lengua oficial.
Y como el español común es un ser humano con bastante capacidad de adaptación al medio, acabamos desarrollando un lenguaje de comunicación denominado científicamente "cas-fran-ing", se trata de una mezcla de castellano, francés e inglés, y que básicamente es intentar hablar uno de esos idiomas e incrustar la palabra que te falta o no sabes de otro idioma.
Os aseguro que funciona, tanto con los senegaleses como con los gambianos y sobre todo con los libaneses, que son realmente los creadores de este dialecto, aunque ellos mezclan seis idiomas a la vez.
A mí, Gambia me cayó bien desde el principio, no sé si es porque la vi infinitamente más limpia que Senegal, por la empatía con la población o por el recelo que ya tenía hacia los senegaleses.
La razón de que Gambia estuviese limpia no era otra que, el dictador que gobernaba el país desde hacía más de 25 años, obligaba a la población a limpiar las calles un sábado cada tres semanas. Era el denominado cleaning day, se cerraban los mercados, las gasolineras, los comercios, ese día se prohibía la circulación y todo Dios a limpiar.
Lo del dictador de Gambia era de coña, como todos los dictadores de nuestros tiempos (Guinea Ecuatorial, Corea del Norte, Venezuela, Cataluña), se creía tocado por la mano divina, ya sea Alá, Dios, Simón Bolívar o Lluís Companys.
Este hombre, militar de profesión, se hacía llamar simplemente "His Excellence Cheikh Prosessor Doctor Alhalli Yahya Abdul Aziz Jemus Junkung Jammeh Babili Mansa " más conocido comúnmente como el "Yaya".
En un alarde de sin sentido conseguí aprenderme el nombre completo y de carrerilla del pollo, cuando lo recitaba, y era a menudo, ante cualquier interlocutor africano este quedaba estupefacto, estoy seguro de que el nombrecito solo se lo sabía el Yaya y alguno de sus ministros, que no todos, "este es del régimen" debían pensar de mi.
Nunca entenderé cómo al Yaya se le ocurrió convocar elecciones libres sin antes manipularlas, o al menos controlar previamente a sus adversarios políticos cómo usan los dictadores. Personalmente pienso que creyó que la adoración que le profesaban sus atemorizados súbditos era real y no obedecía al miedo.
En realidad, algún indicio de que el tío no carburaba bien si que había. Por ejemplo, en sus diferentes declaraciones y ruedas de prensa afirmaba: que curaba el sida con las manos, que a los homosexuales había que matarlos como a mosquitos, que las mujeres no debían llevar ropa interior, y un sin fin de despropósitos mas.
Le suele pasar a las personas que ejercen el poder absoluto durante mucho tiempo, y es que pierden el sentido de la realidad, llegan a levitar y como dije se creen tocados por lo divino.
En realidad, algún indicio de que el tío no carburaba bien si que había. Por ejemplo, en sus diferentes declaraciones y ruedas de prensa afirmaba: que curaba el sida con las manos, que a los homosexuales había que matarlos como a mosquitos, que las mujeres no debían llevar ropa interior, y un sin fin de despropósitos mas.
Le suele pasar a las personas que ejercen el poder absoluto durante mucho tiempo, y es que pierden el sentido de la realidad, llegan a levitar y como dije se creen tocados por lo divino.
En fin, que Yaya convocó y perdió las elecciones de su país, entonces decidió declarar nulo el resultado. Sin embargo ya era tarde, la comunidad internacional se le echó encima y bajo el auspicio de la organización de Estados Africanos se autorizó la inavasión del país por parte de Senegal, país que por otro lado le tenía unas ganas locas al dictador.
Aquel follón nos pilló de lleno, estábamos en plena ejecución del puente y las tropas senegalesas rodearon el país, fueron unas semanas de larga espera para ver si el dictador cedía, pero no había manera. Nosotros estábamos trabajando a 200km de la capital, en la carretera que atravesaba Gambia y que venía desde Marruecos pasando por Mauritania, Senegal, Gambia y continuando hacia Bissau.
El río es la interrupción natural de esa carretera y el paso se realizaba con transbordadores, para sustituirlos y salvar esa frontera natural es por lo que allí se hacía el puente. Obviamente era uno de los puntos críticos del país y de la región.
El río es la interrupción natural de esa carretera y el paso se realizaba con transbordadores, para sustituirlos y salvar esa frontera natural es por lo que allí se hacía el puente. Obviamente era uno de los puntos críticos del país y de la región.
Fueron momentos difíciles y delicados, las diferentes embajadas evacuaron a todos sus compatriotas, no quedó en el país ni un blanco en su sano juicio, luego se fueron los libaneses, los senegaleses y por último los gambianos con pasta. La embajada contactó conmigo y nos recomendó salir del país hasta que todo se solucionase.
Estábamos tan enganchados al proyecto que decidimos/decidí ignorar el peligro y las advertencias, pensaba que si abandonábamos la obra y el campamento, todo por lo que habíamos luchado durante dos años se iría al traste, que nos robarían y saquearían lo que allí dejáramos, que no podríamos reiniciar los trabajos, que sería un desastre económico y varios argumentos más que me fui creando.
Es en los momentos complicados o críticos cuando sale la verdadera naturaleza de las personas, cuando decanta la esencia de los hombres, cuando los valientes y los locos aparecen y los cobardes se escabullen, cuando los verdaderos líderes lo demuestran y los que no lo son callan.
Me reuní con los responsables de las empresas españolas que trabajaban para nosotros, Carlos Del Olmo, Carlos Viqueira, Gustavo y la gente de Terratest. Los tres primeros cerraron filas a muerte conmigo, "si te quedas nos quedamos", los de Terratest tenían que someterlo a asamblea y parte de ellos desaparecieron.
Luego hablé con toda mi gente de Isolux, los reuní en la cantina, la respuesta de todos fue la misma, si te quedas nos quedamos. Ahora lo cuento y todavía me emociono y siento deseos de llorar, ¿por qué demonios este grupo de tíos decidían arriesgar su vida porque yo se lo dijese?, fueron unos momentos que jamás olvidaré.
Yo por aquel entonces ya había decidido dejar la empresa y volver de África, así que podía haberme quedado tranquilamente en mi casa de España pero no lo hice, había una puñetera fuerza mayor que la razón que me obligó a volver en esos días al campamento. No quería ni por lo más remoto abandonar a mi gente , que por otra parte me había seguido hasta el fin del mundo durante los últimos años, no me lo hubiese perdonado en la vida.
En aquel momento tan complicado la gente de la central y mis jefes nos abandonaron, tenían un viaje programado en esas fechas para ver la obra y presentar a mi sustituto. Lo cancelaron a última hora, se quedaron en Dakar y me pidieron que fuese allí a verles para contarles cómo iban las cosas, lógicamente los mande ¡a tomar por culo¡, reconozco que en esa época estaba un poco quemado y solía enviar a mucha gente a ese mismo sitio.
En cambio hubo muy gratas sorpresas, la gente del CNI, mi amigo Carlos y su jefe Juan le echaron un par de cojones y dos o tres días antes de la invasion bajaron a vernos al campamento, reuní de nuevo a todo el personal y los dos me ayudaron a tranquilizar a todo el mundo.
En la obra la situación se tornó curiosa, a 100 metros teníamos a los soldados gambianos preparados para la defensa de su país, a tres kilometros las tropas senegalesas preparadas para la invasión y nosotros en medio trabajando como si nada. La frontera cerrada, los Ferrys que normalmente bullen de gente estaban atracados, y nosotros a lo nuestro.
Acabamos por ver la situación como normal, hasta nos descojonábamos, bien pudiera ser por los nervios, por lo subrealista de la situación o bien porque había contagiado en la gente mi filosofía de vida, hagas lo que hagas intenta pasarlo bien.
Acabamos por ver la situación como normal, hasta nos descojonábamos, bien pudiera ser por los nervios, por lo subrealista de la situación o bien porque había contagiado en la gente mi filosofía de vida, hagas lo que hagas intenta pasarlo bien.
Los militares no nos molestaron, debían pensar que estábamos completamente tarados, todo el país se paralizó, todo cerró, la gente permanecía en sus casas y solo se trabajaba en la obra de Isolux. Cuando entraron los senegaleses también se quedaron estupefactos, estaban invadiendo el país y unos españoles locos seguían trabajando como si nada, mejor no acercarse pensarían, así que tampoco nos molestaron durante la invasión.
La dirección de obra del proyecto, ingenieros tunecinos y franceses habían salido por patas, así como sus operarios, en esos días nadie nos controlaba, lo cual hay que decir era de agradecer.
La diferencia de efectivos y medios militares entre los gambianos y los senegaleses era infinita, era como dirían mis hijos de "abuso", las tropas senegalesas superaban a las gambianas por 100 a 1, dudo incluso que las armas de los gambianos funcionaran.
¡Por fin se produjo la invasión!, por nuestro punto de trabajo entraron las tropas senegalesas y después de una encarnizada batalla de 2 segundos las tropas gambianas se rindieron. En Banjul tardaron un poco más pero en unas horas acabó todo sin un solo tiro y el tirano cedió para rendirse.
Fue un subidón, en cuanto nos llegó la noticia, las caras de tensión de todo el grupo se relajaron, fue por la tarde y ya en la cantina para cenar se desató la alegría, mi casi hermano Juan Carlos había guardado previsoramente unas botellas de champán, amén de otras bebidas espirituosas que siempre tenía a buen recaudo y que se descorcharon para la celebración.
Luego, durante la semana siguiente fueron volviendo todos los valientes que por unas razones u otras se habían tenido que marchar, nuestros socios libaneses, los trabajadores senegaleses, los gambianos con recursos y poco a poco los demás blanquitos.
La verdad es que fue una experiencia increíble, excitante a ratos y absurda en otros, alguno me hizo observar que si la cosa salía mal sería mi responsabilidad y quizás sí, fue una locura pero es que, en la vida si no haces alguna vez alguna locura no habrá sido una vida plena, o al menos no será tan divertida, y además que no podríamos contarle luego a los amigos o a los hijos cosas tan interesantes.
De ésta todos salimos más fuertes, más enteros y sobre todo orgullosos por lo que habíamos soportado, y esa sensación que ya nunca nadie nos quitará solo la puedes conseguir cuando te llevan al limite y sales con buen pie.
A todos los que estuvieron en aquel fregao, mi más sincero agradecimiento.
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