Los taxis en África son una de las cosas más extraordinarias del continente, los hemos utilizado en varios países, generalmente en las ciudades, y los de Dakar rozan lo sublime.
Los hay a patadas, pareciese que los regalan, suelen ser de color amarillo y hay miles, la mayoría se han mimetizado en un color amarillo oxidado y todos están parcheados.
La situación está cambiando a toda velocidad, en este último año que llevamos viajando ya se empiezan a ver taxis decentes, incluso nuevos. Aún así, el parque de taxis debe tener una Edad Media de 100 años. Las lunas rotas son algo habitual, las puertas sin llave, los asientos rotos y hundidos, la roña hasta arriba, este es su estado normal.
Recuerdo que en uno de los primeros viajes, Germán y yo contratamos a un guía que decía saber español y le solicitamos sus servicios para ver las cosas turísticas de Dakar y alrededores.
Este guía, del que no recuerdo el nombre, era un artista, nos apareció con un taxi flipante, era como un carromato de Mad Max, remendado con cachos de diferentes vehículos. Todas las lunas estaban rotas, no tenía manivelas para subir o bajar las ventanillas y el conductor iba siempre con el brazo por fuera porque, si lo metía, la puerta se abría sola, !no tenía cerradura!
Me pareció que hasta el suelo del vehículo estaba algo blando y, efectivamente, cuando levanté la alfombrilla para saber el por qué, allí estaba la respuesta, se veía la carretera a través de un gran agujero en el suelo, la alfombrilla servía para impedir que se te colasen los pies para abajo.
Con semejante máquina estuvimos circulando un día entero, visitamos el Lago Rosa, lugar paradisiaco, famoso por acoger, en tiempos, la llegada del París-Dakar y nos detuvimos a visitar la Estatua del Nacimiento.
De este guía guardo un grato recuerdo, me enseñó como con un poco de cara y habilidad puede parecer que hablas un idioma y, en realidad, no tener ni idea; puedes engañar durante un buen rato, a quien tengas enfrente. La técnica consiste en repetir la tres o cuatro últimas palabras de tu interlocutor, funciona así:
-Buenas tardes-
-Buenas tardes-
-Vamos a ver las cosas más importantes-
-Sí, las cosas mas importantes-
-¿Hay mucho tráfico en Dakar?-
-Sí, mucho tráfico en Dakar-
-Hace bastante calor en Senegal-
-Sí, bastante calor en Senegal-
etc. etc. Así te pueden aguantar hasta el infinito
-Oye Germán, para mi, que este fulano no tiene ni guarra de hablar español-
-no sé, es raro-
-Hay que hacerle una prueba-
-¿Tú eres un poco cabroncete?-
-Sí, un poco cabroncete-
Efectivamente, ni idea de español, pero que tío más salao.
En otra ocasión, dentro de un taxi, noté como, algo me subía por la pierna, lo atrapé apretándolo contra el pantalón y lo bajé de nuevo por el tobillo, era una especie de cucaracha gigante que debía habitar en aquel inmundo vehículo.
En uno de los últimos taxis que utilizamos Manuel y yo, en un trayecto corto hacia el hotel, llegando a nuestro destino, el taxista comenzó a dar gritos. No entendíamos nada, pero observamos cómo tiraba repetidamente del freno de mano y el vehículo que no se detenía, !!la hostia!!, !!sin frenos!!.
A base de rozar la llanta contra el bordillo consiguió detener el vehículo. Hay que dar gracias a la ciudad por ser tan llana y a que en ese momento no había trafico.
Lo mas alucinante es que después de bajarnos el taxista, en vez de aparcar su coche, siguió circulando sin frenos.
Se me olvidaba decir que, evidentemente, ningún taxi tiene taxímetro, el precio se negocia antes de montarte , siempre piden bastante más de lo que es, por si cuela, si te subes sin haber cerrado el precio, date por jodido, pues el trayecto te saldrá por el doble, triple o cuádruple.
En fin, cosillas que se van aprendiendo en el día a día de Africa.
A mi amigo Germán, que se hizo un hombre a mi lado.
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