¡Acabo de ver morir a un niño de unos 4 o 5 años!
Estaba pasando el domingo en el hotel Coco Ocean, en Banjul, y un pequeño niño negro se acaba de ahogar en la piscina. Una mujer gritaba histérica, hemos mirado, y un joven sacaba en sus brazos a un niño del agua, se ha producido un tumulto, mucha confusión y gritos de histeria. Acto seguido, varios intentos torpes de primeros auxilios, pero todo en vano.
Estaba pasando el domingo en el hotel Coco Ocean, en Banjul, y un pequeño niño negro se acaba de ahogar en la piscina. Una mujer gritaba histérica, hemos mirado, y un joven sacaba en sus brazos a un niño del agua, se ha producido un tumulto, mucha confusión y gritos de histeria. Acto seguido, varios intentos torpes de primeros auxilios, pero todo en vano.
El niño yacía inerte después de unos minutos; creo que si hubiese habido un socorrista o un médico cerca, el chiquillo se hubiese salvado, pero no ha sido el caso. Supongo que, la delgada línea entre la vida y la muerte es sólo eso; hace unos minutos el niño estaba jugando enfrente de Carlos y mía, y ahora el chiquillo ya no existe, nos hemos quedado acongojados.
A raíz de esto, me acaba de venir a la cabeza una historia que hace tiempo quería contar sobre mi hijo Ivan. Y es que Ivan tiene una estrella, o eso es lo que pienso firmemente de mi hijo Iván.